Rutas migratorias inusuales en pleno Océano Atlántico. ¡Viva la Biodiversidad!
Cruzamos el Ecuador. Han pasado dos semanas desde que avistamos tierra por última vez. Azul y azul oscuro por todas partes, hasta en el horizonte y en las profundidades. Según parece, busques donde busques hay una baja densidad de vida animal: sólo pesca ocasional y muy pocas aves marinas a nuestro alrededor. Es una sensación familiar para muchos navegantes y científicos… desde Darwin. Serenidad y calma en medio del océano.
Pero la vida florece. Lo hace en el plancton, un escurridizo microcosmos de organismos diminutos a la deriva que convierte el océano azul oscuro en un universo asombroso para cualquiera que lo observe a través de un microscopio. Cada toma de plancton que llevamos a bordo del Vinson aporta cientos de especies de algas y animales y, si incluimos también a los seres unicelulares de escala micrométrica, podríamos identificar miles de especies y miles de millones de virus diferentes. Esta comunidad oculta produce casi el 50% del oxígeno de la Tierra. Es decir, cada dos veces que los habitantes del planeta aspiramos aire, una se la debemos al oxígeno producido por el plancton marino.
Al tomar muestras en medio del Atlántico, a mitad de camino entre África y Sudamérica, esperábamos encontrar la habitual miríada de organismos pelágicos de los libros de texto: desde algas de colores (verdes, amarillas, rojas y pardas, diatomeas y dinoflagelados) hasta elegantes medusas, crustáceos de gran movilidad, gloriosos ángeles marinos, diablos marinos y muchos otros seres sorprendentes. Pero, como suele pasar con la biología, también hemos encontrado sorpresas asombrosas. Muchas de las especies recogidas la semana pasada no coinciden con las descripciones clásicas de los libros de texto sobre el plancton, por lo que estos hallazgos ponen de relieve el hecho de que sólo conocemos un 10% de las especies que habitan nuestros mares.
Sí, lamentablemente la mayor parte de la vida marina sigue inexplorada… desde Darwin. Sabemos más acerca de las rocas lunares que de lo que hay en el mar, aunque millones de sus diminutas maravillas, conocidas e ignotas, sean responsables de la salud de nuestro planeta. Estos organismos descienden de nuestros antepasados comunes, que hicieron la biosfera en primer lugar, hace más de 3.500 millones de años.
Para nuestra sorpresa, nuestro equipo halló crías de organismos bentónicos en medio del Atlántico: variedades asombrosas de estrellas de mar, cohombro de mar y larvas de tornaria hemicordada, a unos 5.000 kilómetros de la costa y a 4-5 km del fondo. Los adultos de estas especies sólo viven en el fondo marino y prácticamente permanecen inmóviles, así que ¿cómo acabaron en nuestras redes?
Existen paralelismos entre las observaciones de Darwin durante su viaje en el Beagle, hace más de 180 años, y nuestra travesía del Atlántico en el Vinson. Pese a la distancia entre islas y continentes, Darwin observó muchas especies animales terrestres habían viajado a través de los mares. Subrayó que estos «viajeros marinos» eran los responsables de la propagación de la vida en el planeta. Estas migraciones aleatorias son poderosas formas de conquistar la Tierra y facilitar la diversificación de las especies. Pero ¿qué sucede con la propagación de organismos totalmente sésiles, como gusanos o cohombros de mar, que pasan toda la vida adulta en un palmo de roca o en el fangoso fondo marino?
Sólo hay dos explicaciones para nuestras actuales muestras de plancton: o bien las larvas de animales bentónicos (i) salieron a la superficie desde 4-5 kilómetros de profundidad, o bien (ii) fueron arrastradas por las corrientes oceánicas. La primera opción es menos probable debido a las enormes diferencias de presión y temperatura entre el fondo y la superficie ecuatorial. Pero la segunda hipótesis también plantea serias dudas debido al largo viaje que supondría para estas diminutas larvas.
El análisis genético de estas muestras puede ayudar a descubrir la verdad. Hoy en día, es posible tomar las huellas moleculares de cada una de estas «nuevas» formas larvarias y cotejar su ADN con el de los hábitats ya conocidos. Los resultados determinarán si sus posibles progenitores viven en zonas costeras o si hemos descubierto nuevas y enigmáticas especies de las profundidades del océano. En cualquier caso, estos hallazgos pueden suponer un paso importante para ampliar nuestros conocimientos sobre la evolución y la vida marina.
La vida en nuestros océanos tiene sus propias reglas y múltiples formas de controlar el clima global, y aún no conocemos sus estrategias de vigilancia y migración. Las maravillas del plancton (conocidas y desconocidas) suponen el recurso más potente para amortiguar muchas actividades humanas dañinas. Son los médicos invisibles que mantienen sano nuestro planeta durante el actual Proyecto Atlas del Genoma Oceánico y de cara a las próximas generaciones, y en esta travesía nuestra a bordo del Vinson of Antarctica procuramos aprender un poco más sobre ellos, tal y como hizo Darwin.
¡Viva la Biodiversidad!
Imágenes 1, 2, 3 y 4: Muestras de especies recogidas durante el muestreo de plancton en el Ecuador. Por Leonid L. Moroz.
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